«Peregrinos de Esperanza»: este es el lema del año Jubilar que toda la Iglesia vivirá en los próximos meses. También nosotros, como Iglesia que peregrina en Toledo, queremos que este curso sea un tiempo de renovación espiritual, de caminar juntos con Cristo, de ilusión fundada en el Señor e impulso para el tiempo de gracia que Dios nos regala. Me dirijo a todos vosotros, queridos condiocesanos, al comenzar este curso pastoral, sumándome a la invitación del Papa Francisco, para hacer de este año un verdadero tiempo de esperanza. Ya san Juan Pablo II, al escribir su exhortación apostólica sobre la Iglesia en Europa, señalaba hace más de veinte años que las Iglesias en Europa estaban «afectadas a menudo por un oscurecimiento de la esperanza». Y es cierto que, en nuestro viejo continente, tan determinante para la historia de la humanidad, detectamos signos de cansancio y desorientación. Por eso, me parece providencial que el Papa Francisco haya querido retomar este diagnóstico para dedicar todo este año jubilar ordinario a revitalizar la Esperanza con mayúsculas, sin la que no puede vivir el hombre su camino en la tierra.